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Sobre la historia:
"Los sucesos más complejos
que se nos presentan son los de la historia humana. Si quisiéramos establecer
las condiciones determinantes, digamos, de la guerra de 1914-18, nos veríamos
obligados, aun con propósitos tan prácticos como serían los de proyectar
una politíca futura, a considerar una gran variedad de 'causas', pasadas
y contemporáneas, locales y remotas, psicológicas, sociológicas, políticas
y económicas. Determinar la lista completa de esas 'causas'
prácticamente insignificantes y su modo de acción recíproca, es una tarea
sumamente difícil; tan difícil que está más allá de la capacidad de la
mente humana en su estado actual de desarrollo. Pero ¡ay! lo insoluble del
problema no ha impedido a hombres y mujeres proponer confiadamente soluciones.
El método empleado es siempre el mismo - el de la ultrasimplificación. Así
que todos los antecedentes del acontecimiento que se considera, menos los
inmediatos, se dejan de lado y se toma la historia como si sólo hubiera
comenzado ayer. Al mismo tiempo, se suprimen mentalmente todas las
complejidades molestas. Se reduce a los hombres a abstracciones convenientes.
Las variedades de temperamento, de talento y de modalidades se allanan en la
uniformidad. Se hace aparecer así tan simple el acontecimiento, como para
poder explicarlo por medio de muy pocas 'causas', aun quizás mediante
una sola. Se utiliza entonces esta conclusión teórica como guía para la
acción futura. No es raro, pues, que los resultados sean desalentadores."
Eminencia Gris, pag. 28
Sobre la educación:
"Más recientemente, el
Estado ha asumido en todas partes el papel de educador universal - posición
que expone a los gobiernos a tentaciones peculiares a las cuales todos, tarde
o temprano, sucumben, como lo vemos en los tiempos actuales, en que el sistema
escolar se utiliza casi en todos los países como un instrumento de dominio
oficial, militarización y propaganda nacionalista."
Eminencia Gris, pag. 363
Sobre la idolatría:
"Pocos son los hombres que quieren algo muy
intensamente, y, de estos pocos, sólo una ínfima minoría es capaz de
combinar la fuerza de voluntad con una continuidad invariable. La mayor parte
de los seres humanos son criaturas espasmódicas e intermitentes a quienes les
gustan por encima de todo los placeres de la indolencia mental. "Por este
motivo", dice Bryce, "una voluntad enérgica e invariable se
convierte a veces en un poder tan tremendo, casi en una fuerza
hipnótica". Lucifer es la encarnación mitológica más alta de esta
intensa voluntad personal, y los Grandes Hombres que la han tenido en la
escena de la historia, participan, hasta cierto punto, de su fuerza y de su
magnificiencia satánicas. Debido a esta fuerza y a esta magnificiencia, tan
diferente de nuestra propia debilidad y flojedad mental, nos volvemos
nostálgicamente hacia las biografías de hombres como Alejandro, César y
Napoleón, y, a cada nuevo imitador de Lucifer que surge, nos prosternamos
ante él pidiéndonos que nos salve. Y, por supuesto, a muchos de estos Grandes
Hombres les gustaría verdaderamente salvar a sus semejantes. Pero puesto que
son lo que son, no santos sino mezquinos luciferes, sus bienintencionados
esfuerzos sólo pueden llevar, en alguna forma temporaria más o menos
desagradable, a la perpetuación de aquellas condiciones por cuya supresión
reza la humanidad. Los Grandes Hombres han dejado invariablemente de
"entregar las mercaderias", pero porque admiramos sus cualidades y
envidiamos sus triunfos, seguimos creyendo en ellos y sometiéndonos a su
poder. Al mismo tiempo, sabemos muy bien con parte de nuestro ser que los
luciferes no pueden hacernos bien alguno; entonces nos alejamos por un momento
de esas encarnaciones de la voluntad personal y nos volvemos hacia esos seres
humanos muy diferentes, que encarnan la voluntad de Dios. Los Santos tienen
aun más voluntad de ayudar que los Grandes Hombres, pero el consejo que dan
es propio a parecer deprimente a los hombres y a las mujeres que quieran gozar
de los placeres de la indolencia. "Dios", dicen los Santos,
"ayuda a aquellos que se ayudan a sí mismos"; y comienzan a
prescribir los métodos por los cuales es posible ayudarse a sí mismo. Pero
no queremos tener que ayudarnos a nosostros mismos; queremos ser ayudados,
tener a alguien que haga el trabajo por nosotros. Entonces nos volvemos de
nuevo hacia las encarnaciones de la voluntad personal. Estos Grandes Hombres
no tienen ni la menor duda acerca de su habilidad para darnos exactamente lo
que queremos: un sistema político que hará buenos y felices a todos, una una
religión de Estado que nos asegure los favores de Dios aquí en la tierra y
una bienaventurada eternidad en el paraíso."
Eminencia Gris, pag. 202
Sobre los místicos:
"'Perfección' es el
estado de autoabnegación total y continua en la Realidad -el estado de
aquellos que pueden decir 'vivo, pero no soy yo sino Dios quien vive en mí'.
De sus biografías, surge claramente que los hombres y las mujeres que han
llegado a tal perfección, reciben, entre los demás frutos del espíritu, un
extraordinario aumento de fuerza moral. Es, por su calidad, una fuerza
totalmente distinta de esa inflexibilidad propia de la tensa y egocéntrica
voluntad personal del estoico y de los luciferes mezquinos "enemigos de
lo justo", según la expresiva frase de Blake, y enemigos de lo injusto.
La voluntad de la persona autoabnegada es floja y lánguida, porque no es su
voluntad propia sino un gran rio de fuerza que corre a través de ella desde
un mar de conciencia subliminal que se abre a su vez al océano de la
realidad. Irradia alegría y una serenidad hermosa aunque arredradora; obra
con suavidad irresistible, y, siendo completamente humilde, ejerce la
autoridad de un poder infinitamente mayor que ella misma, y del cual es mero
instrumento."
Eminencia Gris, pag. 205
"El aprender a vivir en abnegación activa constante es probablemente la
más dificil y más ardua de todas las tareas humanas pero aquellos que la
realizan tienen la recompensa que recibieron (...) todos los grandes
místicos; el vivir simultáneamente en el tiempo y en la eternidad, entre los
hombres y en dios, y la paz y la bienaventuranza, en esta vida terrena, de la
visión beatífica."
Eminencia Gris, pag. 109
Sobre la política:
"Esa gran paradoja de la
política - el hecho de que la acción política es necesaria y al propio
tiempo incapaz de satisfacer las necesidades que le dieron existencia.
Sólo las sociedades aisladas y estáticas, cuyo modo de vivir se determina
por una tradición indiscutida, pueden renunciar a la política. En las
sociedades inestables, no aisladas, tecnológicamente progresistas como la
nuestra, la acción política en gran escala es inevitable. Pero aun cuando
sea bien intencionada (y muy a menudo no lo es) la acción política está
siempre predestinada a ser un autoembrutecimiento parcial, y aun a veces
completo. La naturaleza intrínseca de los instrumentos humanos y los
materiales humanos con los cuales y sobre los cuales debe realizarse la
acción política, es una garantía positiva contra la posibilidad de que tal
acción pueda dar los resultados que de ella se esperan. Esta generalización
podría ilustrarse con un número infinito de casos tomados de la historia."
Eminencia Gris, pag. 348
Sobre el cristianismo:
"'Sacrílegas son las armas
empuñadas por una mano sagrada... Cuando la mitra manda al soldado, es el
soldado quien manda a la mitra'. Toda la historia política de la Iglesia
está resumida en estas frases. Una y otra vez, eclesiásticos y laicos
piadosos se han hecho estadistas en el deseo de elevar la política a su
propio nivel moral, y una y otra vez la política los ha hecho decender al
bajo nivel moral en el cual los estadistas, en su condición de políticos, se
ven obligados a vivir."
Eminencia Gris, pag. 254
"Relatada en forma conmovedora, la historia de una cruel injusticia tiene
el poder de incitar a los hombres a cometer injusticias en represalia, sea con
los autores originarios del crimen, o, si éstos estuvieran muertos o lejos,
con los hombres y mujeres, que, por medio de algún abuso del lenguaje
fatalmente común, se identifican temporariamente con los criminales. Los
motivos que animaron a los antisemitas, cruzados, inquisidores y otros
persecutores cristianos han sido muchos y muy diversos, pero entre ellos ha
figurado casi invariablemente un deseo de tomar venganza, en alguna forma
enteramente simbólica y "pickwickiana", por la injusticia cometida
en el Calvario. La cristiandad emocional tiene dos caras. En el anverso de la
medalla están estampados la cruz y los tipos de adoración compasiva;
demasiado frecuentemente en el curso de la historia, su reverso ha ostentado
los espantosos emblemas de la guerra y de la crueldad a sangre fría."
Eminencia Gris, pag. 271
Sobre el ser humano:
"Todo ser humano es una
partícula individual de la historia, única e irrepetible, aunque la mayoría
de tales partículas pertenecen a una u otra de las varias clases familiares y
reconocibles. Este no es el caso con individuos excepcionales. Estos
representan las improbabilidades más grandes, tales como las que sólo la
vida puede hacer reales, pues sólo la vida posee los recursos y la paciencia
de seguir jugando a las loterías de la herencia y del ambiente hasta que el
número necesario de probabilidades de una en un millón se produzcan
simultáneamente y aparezca y siga su curso un individuo excepcional. Por eso
es que la verdad es tanto más extrana, más rica y más interesante que la
ficción."
Eminencia Gris, pag. 172
Sobre la transformación de la sociedad:
"La sociedad no podrá ser
jamás grandemente mejorada hasta que la mayor parte de sus miembros resuelvan
ser santos teocéntricos. Entretanto, los pocos santos teocéntricos que
existan en cualquier momento dado, serán capaces, en cierta escasa medida, de
calificar y mitigar las ponzoñas que la sociedad genera dentro de sí misma
por sus actividades políticas y económicas. Según la frase del Evangelio,
los santos teocéntricos son la sal que preserva al mundo social de
derrumbarse en un irremediable decaimiento."
Eminencia Gris, pag. 356
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